Hoy el Perú ya es reconocido como uno de los emporios de olas en el mundo. Pero a mediados de la década de los sesenta, tres eran las playas que generalmente se corrían: Waikiki, Kon Tiki y Punta Rocas. Pronto, el ansia por encontrar mejores rompientes despertó el instinto aventurero de nuestros tablistas. Una de las primeras en descubrirse fue la descomunal rompiente de Pico Alto. Situada mar adentro, a la altura del kilómetro 43 de la Panamericana Sur. Esta rompiente seducía la mirada de nuestros avezados tablistas, insinuándose a la distancia como una salvaje reventazón de olas inalcanzables.
Y fue así como, el 29 de junio de 1965 para ser precisos, Joaquín Miro Quesada convenció a sus amigos Miguel Plaza y Francisco Aramburú de probar lo que hasta entonces era considerado como un imposible. Cansados de ser simples espectadores, estos tres tablistas legendarios cogieron ese día sus tablas, sobrepasaron la rompiente de Kon Tiki y se internaron mar adentro, en pos de las descomunales olas que, en la distancia, se levantaban majestuosamente como amenazantes tsunamis. Luego de remar una media hora, los tres aventureros llegaron al corazón de la rompiente, y sus ojos no dieron crédito a lo que estaban viendo. Frente a ellos, las enormes murallas de agua se levantaban del agitado lecho marino, en forma de montañas que estallaban sobre sí mismas produciendo un estruendo aterrador.
Como registro, la histórica secuencia del verano de 1969 del recordado "Gringo" Lavalle en Pico Alto. Un pequeño homenaje como despedida a un grande y pionero de la fotografía de surf de la época, que dejó de existir el pasado lunes a las 91 años. (Aloha Jose Antonio "Gringo" Lavalle)
En ola, y para el lente de "El Gringo", el legandario tablista peruano Miguel Plaza.